viernes, 7 de septiembre de 2012

FÚTBOL (II). ALGO IMPRESCINDIBLE

Es el momento de los argumentos favorable que hacen de este deporte el más maravilloso del mundo.

Para empezar es el único deporte que solo necesita de gente para jugar, basta hacer una bola de papel o coger una piedra pequeña y construir porterías con chaquetas o camisetas o bien aprovechar los bancos de una plaza o paseo para practicarlo, sin regla ninguna o con todas las reglas inventadas (como aquella típica de mi colegio de que dos contra uno era falta).


El fútbol es la excusa perfecta para que los niños hagan deporte, salgan a la calle y suelten los mandos de las consolas o los ratones de los ordenadores y hagan amigos. Estimula la parte fisiológica del individuo y la parte mental, pues los problemas que se generan durante el juego necesitan de una rápida solución, o si no pierdes.

Es el único deporte que se practica con los pies y las piernas, es decir, con lo que juego me muevo, con el cansancio que supone y la fatiga que se acumula, encima el tren inferior está provisto de pocos músculos y muy vastos, en comparación con los brazos que hay muchos y pequeños, lo que hace que haya más destreza en unos que en otros dotando de mayor dificultad al arte de conducir, pasar y chutar un balón.


Tanto los practicantes como el público amante y analista son capaces de ver hermoso un partido con empate a cero, es decir, un evento en el que para los que ven fútbol y no lo miran "no ha ocurrido nada" porque no ha habido goles. Para los que lo amamos habrá sido un espectáculo ver cómo se enfrentan dos maneras diferentes de atacar y de defender analizando pormenorizadamente las tácticas de ambos contendientes y lo que es mejor aún debatiendo con una caña en el bar, llegando incluso a acaloramientos verdaderamente innecesarios pero muy divertidos y sanos.

No está exento del error humano, que corre de la mano de los árbitros, si bien es cierto que se está luchando por minimizar estos errores aplicando la tecnología, como es el caso de los goles fantasma (esos que han entrado y no se han concedido), adjunto link para más información. Y es que una cosa es que un árbitro tenga un criterio y un listón para sancionar las infracciones del juego y otra cosa es que la máxima expresión del fútbol, aquello por lo que luchan todos los equipos como es el gol quede sin premio cuando se ha logrado.

Porque es un lugar donde el enemigo es realmente necesario y sin él no habría nada por lo que competir.

Porque es un deporte de resultado incierto, pues si lo normal es que gane el mejor como ocurre en tenis donde Federer, Djokovic y Nadal se reparten los torneos en los que participan los tres, en el fútbol por muy bueno que un equipo sea no tiene porque ser el vencedor, puede parecerlo a priori pero luego hay que demostrarlo en el terreno de juego. Cierto es que en España Madrid y Barcelona se van repartiendo los títulos aquí, pero aquí hay otro tipo de razones de peso para que así ocurra y que ahora no es el momento de entrar, pero cuando todo parecía que la final de la Champions iba a ser un Barça-Madrid llegaron Bayern y Chelsea para evitarlo. Y en la propia final, donde el Bayern bien hubiera sido el favorito, ganó el Chelsea, el peor clasificado de los cuatro semifinalistas (el Madrid fue campeón y Barcelona y Bayern subcampeones en sus torneos domésticos). O como el Mirandés, un equipo de 2ª división B, que se plantó en semifinales de la Copa del Rey eliminando a todos los equipos de 1ª que se iba encontrando hasta que se topó con el mejor Athletic de los últimos años, y así otros muchos ejemplos de torneos ganados por el que menos se espera uno. Y es esta incertidumbre la que lo convierte en un deporte fabuloso y maravilloso, pues cualquier equipo puede aspirar a ganar a cualquier otro en cualquier momento.

La ilusión, pero no la ilusión simple, si no la ilusión renovada después de cada derrota, ese optimismo que nace tras perder y que mantiene vivas las llamas del sentimiento de apoyo a un equipo/club. La esperanza como forma de vida de todos, pues todos los aficionados anhelan la llegada del siguiente partido para ver si su equipo mantiene la racha victoriosa o bien empieza a ganar. Ese sentir de los aficionados de la selección española cada vez que llegaba un Mundial o una Eurocopa en donde la tradición decía que nos iban a eliminar en cuartos de final pero siempre se mantiene la ilusión por hacer algo grande que es vencer a las potencias mundiales, competir de tú a tú con los grandes.

Un deporte en el que cada jugador tiene sus virtudes y sus defectos y en el que sale vencedor aquel que logra potenciar sinérgicamente las virtudes ocultando los defectos; donde dos jugadores pueden ser buenos individualmente pero malos en lo colectivo, por aquello de las compatibilidades.

Por el compañerismo, por la responsabilidad y el compromiso que se adquieren.

Y si no, ¿por qué iban a pelearse dos tipos en Beirut viendo un Madrid-Barça?

Y si no, ¿por qué siguen estos niños jugando al fútbol tras derrota y derrota?

Y porque sí, porque el fútbol es pasión, es sentimiento, entrega, superación, es competición, fervor, lucha, es la emoción de un gol (si es en el último minuto es la bomba), la tensión permanente durante los 90 minutos o en una tanda de penaltis. Repito: porque sí.

Agradezco todas estas reflexiones a todos aquellos que me acompañan en el camino y a todos de los que he aprendido algo, en especial a mi madre y a Galder que me ayudan mucho a reflexionar y a pensar.

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