sábado, 22 de junio de 2013

¿TORPEZA O INTELIGENCIA EMOCIONA?

Últimamente se habla, se escribe, se estudia sobre la inteligencia emocional, ese aspecto en el que todos estamos verdes, porque vivimos asfixiados por la realidad, por cumplir un horario...

Esa inteligencia emocional dicta que debemos controlar nuestras emociones, parar, reflexionar y actuar serían los tres pasos para ser inteligente emocionalmente, a grandes rasgos. Y yo digo que es un error, o más que un error es una certeza a medias.

Es cierto que bajo la frase "yo es que soy así y nadie me va a cambiar" se esconde una torpeza emocional bastante considerable, y es por esta torpeza por la que muchas veces nos dejamos llevar por las emociones y contestamos mal, ponemos malas caras, gritamos, echamos la bronca; la ira, el coraje, el orgullo (el malo, el que yo asocio con cierta parte de la soberbia, mientras que el orgullo "bueno" sería ese que nos identifica con unos valores)... se apoderan de nosotros y dejamos que otros dominen nuestro cuerpo, nuestra cara, nuestras manos, nuestros labios y lo peor de todo: nuestros pensamientos.


Dominar todo ello, ser capaz de morderse la lengua o de poner buena cara cuando es necesario para no herir los sentimientos de quien nos ama y a quien amamos, es ser inteligente emocionalmente. Hasta ahí creo que todos estaremos de acuerdo.

Pero, ¿es inteligente aquel que se guarda un elogio, un "te quiero", un "te necesito"? Yo creo que no, de hecho no es que crea que no, es que siento que no es así. Dominar esos gestos, esas palabras, reprimirlas, es ser tan torpe emocionalmente como dejarse llevar por la rabia. ¿Por qué no nos entregamos al 100%? ¿Por miedo? ¿A qué? ¿A que nos hagan daño? ¿No crees que haces más daño no diciendo a quien amas que le quieres? Dar las gracias, ser noble, ser íntegro, honrado; hacer las cosas de corazón es fundamental para que cuando te mires al espejo sepas quién eres.

Y he aquí donde se diferencian dos aspectos que yo entiendo muy distintos: personalidad y actitud. La personalidad es la suma de las características o carácteres que uno tiene per sé, de serie, lo que viene de fábrica y que ha evolucionado a través de las experiencias. Es importante, pero no es la clave. Ésta es la  ACTITUD. Nuestra actitud define qué queremos ser, cómo afrontamos los reveses y las caricias de la vida, cómo gestionamos nuestro comportamiento y qué cara le ponemos a las situaciones que se nos presentan, tanto a las dificultades como a las bondades.

¿Por qué usar la cabeza cuando la mayoría de las veces debemos usar el corazón?

Muchas veces estamos faltos de fuerzas para hacer según qué cosas, muchas es la vergüenza el agente represor, otras veces el miedo, otras la angustia... Pero debéis saber que dentro de cada uno de nosotros hay un ser increíble, unos estarán dotados para unas cosas y otros para otras. Dentro de nosotros hay alguien que es capaz de levantarnos cuando nos caemos, de saltar los obstáculos de la vida, de reconstruirnos cuando nos rompemos... ¿Sabéis quién es ese alguien? Eres tú.

1 comentario:

  1. Iñaki, puro refuerzo positivo pero mucho buenismo, Iñaki el mal existe y todavía peor existe la banalización del Mal. A la Actitud que es fundamental hay que añadirle la Aptitud para que nos realicemos como personas y ciudadanos , no te quiero ni contar si llegásemos a buenas personas y buenos ciudadanos ((bien informados , con criterio etc,etc..).Salu2.

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