miércoles, 8 de julio de 2015

EL GOL QUE TE DESANGRA

El gol. Todos alguna vez en nuestra vida hemos cantado uno, o lo hemos metido... en una plaza, en el patio del colegio o en un campo de arena. Pero sólo unos poco afortunados han tenido la enorme suerte y el tremendo honor de haberlo anotado en partidos oficiales, en un europeo, en un mundial y hasta en una final. Meter un gol, dicho sea de paso, es una sensación preciosa, la explosión de un volcán que te nace dentro.

Pero el gol es como una moneda y tiene dos caras. Poco o nada se habla de la crudeza de encajarlo, el golpe psicológico que sufres, el que rompe ilusiones y hunde hasta al mejor de los equipos. Y es aquí donde nos detenemos.

En la última década el fútbol ha evolucionado brutalmente a nivel tecnológico con métodos de scouting de rivales, de recogida de datos (distancias recorridas, frecuencias cardíacas, esfuerzos según intensidades...)... que ahora se antojan esenciales, y no ya para tener ventaja sobre los demás, sino que para no tener desventaja a la hora de afrontar un partido. La preparación de los partidos está llegando a límites antes inimaginables. Los jugadores conocen a sus rivales a nivel físico, técnico, táctico y psicológico, pues toda información sobre los demás es vital porque el fútbol es bien sabido que es un juego de errores más que de aciertos, y por tanto se quiere "acertar cuando el otro falla".

Los partidos se desgranan y se detallan hasta la obsesión. Los entrenadores quieren tenerlo todo controlado y se les hace ver a los jugadores que si controlan todas las situaciones se va a ganar. Se debe saber atacar en diferentes momentos y en distintos lugares, "el partido pide vértigo unas veces y pausa en otras". Saber defender en función del propio equipo es básico para todos, así como controlar las transiciones. La obsesión de los entrenadores modernos es manejar y controlar los cuatro momentos del fútbol.

Desafortunadamente para los entrenadores hay algo que se escapa al control, algo que agita a jugadores y técnicos: el gol. El gol lo cambia todo. Si el fútbol es un estado de ánimo como lo definía Valdano, el gol es el termómetro. Unas veces es el afortunado y ansiado gol y otras veces se convierte en el desafortunado y maldito gol, siempre, claro, en función del color del prisma con el que se observe.

Vayamos a los últimos eventos más importantes, y veamos como un simple gol ha descompuesto a equipos que son de los mejores del mundo:


Mundial 2014: Brasil 1-7 Alemania
Champions League 2014: Bayern 0-4 Real Madrid
Champions League 2015: Bacelona 3-0 Bayern
Mundial Canadá: USA 5-2 Japón.

En todos los partidos se ha querido controlar en la preparación todo hasta el exceso. Tienen a los mejores jugadores del mundo y a los mejores entrenadores. Se plantean los partidos de la forma más lógica y coherente posible. Pero en todos ocurre lo mismo: todos los partidos se rompen con un gol. Los partidos explotan y ya no hay nadie que controle nada. El equipo que recibe el gol se hunde, se aplatana, recibe una herida tremendamente profunda, noqueado como un boxeador besando la lona, tan dolorido como perder un partido con un triple sobre la bocina. Pero lo peor no es eso, lo peor es que el balón sigue rodando una vez han pasado unos segundos y sólo queda seguir jugando. La desorientación se apodera del equipo, porque hay goles que duelen pero hay otros goles que te desangran.

Quizás, como en muchos ámbitos de la vida, se quiere controlar lo incontrolable. Preparar psicológicamente a los equipos para el gol debe convertirse en algo prioritario, entender la fuerza mental como una pieza más del engranaje del equipo.

"Tienes que tener espíritu de lucha. Tienes que forzar jugadas", Bobby Fischer, ajedrecista.

Idea y texto original de David Delgado   en Twitter

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