miércoles, 20 de mayo de 2015

CUANDO EL ÉXITO NO ES TOCAR EL CIELO

El éxito como objetivo, como esa meta que uno ve en un horizonte que cada paso que da éste se aleja más, y cuanto más rápido uno corre más rápido se va; te tropiezas, te caes, te paras, el horizonte se detiene, te levantas, emprendes la marcha más veloz y con más fuerza pero la meta hace lo mismo.


Este es el éxito que uno siempre cree buscar con ahínco, perseguir hasta la extenuación, prepararse para llegar a él,... Pero cuando uno se para a pensar y a reflexionar se da cuenta de que el éxito es mucho más que llegar alto, más que lograr ganar.

En ese concepto de éxito que creemos perseguir, lo tiene más el que logra mantener una familia gracias al esfuerzo de otros que el que lo logra a través de su esfuerzo; más éxito tiene el que con el mejor equipo del mundo con un presupuesto desorbitado logra ganar un título que el que logra mantener a un equipo modesto con un presupuesto más que limitado. No puedo estar más en desacuerdo con quien cree así.

El éxito en el que creo es un camino que uno transita con la intención de llegar a un sitio, es el aprendizaje a través de los impedimentos que uno encuentra, son los saltos que damos a los muros que pasamos, las patadas que damos a cada piedra que nos hace tropezar, son los compañeros que uno se cruza para compartir cierto segmento del trayecto, son los amigos que se te enseñan porque piensan distinto, son la gente que te apoya y que confía en ti.


Y lo expreso ahora (como ya hacía antes -¿Qué es el éxito?- sin haber logrado nada bueno o al menos nada del otro mundo), que entiendo que el éxito de un ascenso no está en el ascenso en sí ni en las numerosas victorias, sino en levantarse cuando te caes, en volver a tocar el cielo cuando tras tocarlo por primera vez has bajado al infierno, en ver crecer a los que tienes bajo tu responsabilidad, en creer que fuera posible cuando todo parecía perdido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario