lunes, 7 de enero de 2013

BASTA YA, ATHLETIC, BASTA YA

Nuevo año y mismos síntomas, mismo juego, mismo resultado, mismas sensaciones, mismas críticas, mismos líos extradeportivos... Suma y sigue la espiral de desencanto en la familia rojiblanca.

Cuando digo BASTA YA, ATHLETIC, me refiero a todos los que rodeamos al equipo y me gustaría excluir al propio equipo (plantilla y cuerpo técnico). Estoy harto de oír frases como "esperemos que se acabe la temporada y luego ya veremos", frases lapidarias, contundentes y vacías de pensamientos positivos.


Si el año pasado se hizo lo que se hizo fue porque creímos hasta el final, hasta la final, hasta las dos finales. Jugadores y entrenador han demostrado de sobra lo que son capaces de hacer, lo único que puede cambiar la dinámica es nuestro apoyo, incondicional, como debe ser, como siempre ha sido. Cuando nosotros demos todo lo que tenemos dentro podremos empezar a exigirles a ellos lo mismo, aunque dudo mucho que ellos no estén dando todo.

Hemos dejado de hablar de fútbol, ya no se habla si es mejor un punta o dos puntas, si línea de 3 atrás, si un plan B, más juego directo, más llegada por banda... Nada de eso. Solo hablamos de Llorente, de Amorebieta, de la cama, de Valverde, de desastre, hecatombe, catástrofe, vergüenza... Este no es el camino.

Puede sonar a excusa el hecho de que siempre pasa un imprevisto o acontece algo (lesión, expulsión, penalti en contra, bajas acumuladas...) que cambia el curso de los partidos cuando éstos están de cara, pero es cierto. Somos un equipo, un club, una institución emocional, sentimental. Y eso nos hace frágiles por un lado y potentes por otro. La fragilidad que muestra el equipo no se debe a otro motivo que no sea la falta de confianza. Cuando haces bien las cosas y mereces ganar hay un error puntual de un jugador que tira por tierra todo lo logrado hasta entonces. También ocurría la temporada pasada, lo de los errores, pero ni nos hacían tanto daño ni nos hundían. Ahora cada error que cometemos lo pagamos y encima nos dan un martillazo en la cabeza cuando estamos sacando la cabeza del pozo.

Y encima nosotros, los de fuera del equipo nos dedicamos día tras día a ser agoreros, hablar de descenso. No señores. Hombro con hombro, cojamos todos un remo, bajemos a galeras y todos a una hacia adelante, porque es así como se logran las metas y como se sale de los pozos.

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